29ª Edición

2001

El festival de Cine de Huesca, nació al mundo unos meses antes de que Pinochet y una parte del ejército chileno acabase temporalmente con una de las democracias más antiguas de América Latina. Nosotros, en España, sufríamos la dictadura producto de una guerra civil cruenta que sumiría al país al dictado de un general golpista durante los siguientes 40 años, por lo que el cuartelazo chileno cayó como un mazazo en los ámbitos sociales progresistas españoles. Chile se unía a los países sudamericanos dirigidos por la mano férrea de un militar cualquiera metido a gobernante.

A partir del año 1974-75, como organizadores del Festival, aun existiendo la censura, los Festivales Internacionales poseían una cierta libertad a la hora de programar películas, por lo tanto ofrecimos sendas secciones dedicadas al cine de la resistencia Chilena. Personajes como Littin, Patricio Guzmán, etc. nos enviaban desde el exilio sus películas, cortometrajes en concreto, que denunciaban los excesos y la tragedia que abatía a aquella querida tierra. España en el 75 se libraba del dictador, pero hasta el año 77, primeras elecciones democráticas, no recuperaríamos nuestra libertad. Chile era al revés, se hundía en el pozo negro de la opresión y de la violencia política. Las Alamedas se teñían de rojo y solo quedaba la denuncia en el exterior, que el Festival de Huesca, entre otras entidades, aprovechaba  para ofrecer a sus espectadores este material que pretendía concienciar e informar de lo que ocurría al otro lado del mar.

Ahora, recobrada la democracia en Chile, el festival de Huesca quiere ofrecer una selección de los cortometrajes propagandísticos del régimen, que las factorías más oscuras pinochetistas, fabricaban. Salían de los laboratorios de los “milicos” y “pacos”, terribles y siniestros recuerdos de la represión, o simplemente de los estudios teledirigidos desde el Ministerio del Interior. Creemos que estos productos, a los que como yo, españoles que sobrepasamos los cincuenta, nos traerán pasados recuerdos de una situación parecida en nuestro país.

Pero hemos querido proponer otras películas que como decía al principio, desde la clandestinidad, desde el exilio o simplemente desde el interior de Chile,  ofrecerán un contrapunto interesante, un grito destinado a la denuncia de esta terrible realidad que asombraba a los ciudadanos de los países democráticos y libres.

Sirva esta muestra de documentales hechos desde dos perspectivas diferentes, para que situaciones parecidas no se vuelvan a repetir nunca más.  Que no se rapte la legalidad, la democracia, la tolerancia y la cultura misma empapada de razón, en nombre de no se que valores religiosos o patrióticos y pensemos, aunque solo sea con el pensamiento “recorrer las calles de Santiago nuevamente”, como lo hiciese a través de la canción, Pablo Milanés.

José María Escriche

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