30ª Edición
2002
Existe un cine tan necesario como el aire. Un cine que nos muestra las aristas escondidas de lo real. Hoy, quizás mas que nunca, el cine está obligado a mostrarnos aquello que existe pero que no nos atrevemos a ver. Películas que arrojan a la luz de la pantalla el estremecedor aliento de la verdad y la vida, que sacuden como un látigo nuestras retinas, que despiertan a la memoria ignorada, que hurgan en las entrañas de las emociones vividas y que esclarecen las olvidadas orillas de la realidad.
En un mundo donde cada vez es más difícil revelar nítidamente la verdad, sin trampas ni artificios, sin caer en el sentimentalismo ideológico ni en el espectáculo vacuo, el cine documental que se realiza hoy en España y Latinoamérica es una magnífica muestra del compromiso de algunos autores para ofrecer testimonio valiente de la realidad.
Esta 30 edición de Festival de Cine de Huesca nos va a ofrecer tres películas que con solidez narrativa, directa e inmediata, con pulso cinematográfico preciso y sutil, provocan un estallido de verdad ante nuestros ojos.
En Caminantes, Fernando León de Aranoa ahonda en su trayectoria de cronista comprometido. Con Familia y Barrio, sus dos primeros largometrajes, ya se había iniciado- en el territorio de la ficción- en la búsqueda penetrante de las luces ocultas de la realidad. Tras colaborar como guionista en La espalda del mundo de Javier Corcuera, Fernando León rueda la marcha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional desde San Cristóbal de la Casas hasta Ciudad de México. Caminantes es el testimonio de tres días compartiendo las esperanzas de la comunidad indígena. Tres días de entusiasmo optimista y de reivindicación política de una cultura que comparten más de 12 millones de personas en México. En apenas una hora Fernando León nos ofrece un emocionante y luminoso documento que retrata los deseos de justicia de un pueblo.
Javier Corcuera sigue rastreando en los recónditos rincones del olvido. En La guerrilla de la memoria el cineasta peruano nos descubre las voces de los combatientes republicanos que no quisieron aceptar la derrota tras finalizar la Guerra Civil. Nace la idea de este documental durante el rodaje de Silencio roto de Montxo Armendáriz, quien decide producir esta película para recuperar los testimonios de guerrilleros a los que entrevistó para documentar su largometraje. Ocultos en el monte, perseguidos y acosados, muchos hombres y mujeres mantuvieron la esperanza de la lucha contra el franquismo. Historias silenciadas durante los años grises y oscuros de la dictadura. Javier Corcuera recupera los rostros y relatos de estas personas que nunca quisieron rendirse y que todavía hoy reivindican con orgullo su pasado de combatientes.
Y de una guerra oculta a la memoria viva de aquellos niños que alejaron de la violencia y el hambre en Junio de 1937. Jaime Camino recupera las vivencias de parte de una generación que escapó de una guerra civil en su patria para después encontrarse con otra guerra terrible en un país frío y ajeno. Los niños de Rusia recoge las voces y recuerdos de 19 de estos niños, hoy ancianos, que se convirtieron, sin desearlo, en inocentes exiliados forzosos en la Unión Soviética. Camino nos muestra el lado humano del drama. Con melancolía, con nostalgia, pero también reivindicando la memoria de personas que sobreviven con pensiones y ayudas insuficientes, olvidados por los sucesivos gobiernos democráticos españoles. En Los niños de Rusia Jaime Camino consigue emocionarnos rescatando los testimonios de una parte olvidada de nuestra historia.
Estamos de enhorabuena. El cine documental cobra nuevo aliento en estos últimos años – ahí están ejemplos como Asaltar los cielos de Rioyo y López Linares, Asesinato en Febrero de Eterio Ortega y Querejeta o En construcción de José Luis Guerín-. Un cine imprescindible que nos reconcilia con la realidad, que se compromete con la vida y la memoria y que, como debe ser todo buen cine, nos arroja la emoción desnuda de la verdad.
Baldomero Toscano Prieto