21ª Edición
1993
Apenas había amanecido nuestro siglo cuando en la Costa del Pacífico un grupo de esforzados artesanos trataban de poner los cimientos de una industria que se convertiría, con el paso de los años, en el arte indiscutible de nuestros tiempos.
Hollywood era un arrabal de Los Angeles donde lucía el sol de California 300 días al año y en un radio de 100 kilómetros el paisaje podía parecerse a una selva tropical, una escarpada cordillera, una pradera del Oeste, una costa inglesa o un desierto africano. Rodeados de una naturaleza tan rica, tan múltiple y tan sugerente, aquel grupo de artesanos habían comenzado la aventura de hacer películas. Tras la cámara, los directores ordenaban megáfono en mano a técnicos, músicos y actores que se pusieran en acción. Hombres inquietos y soñadores procedentes de la Costa Este de América, paises eslavos y centroeuropeos estaban inventando un nuevo lenguaje artístico que la historia contemporánea elevaría a la categoría de arte, al mismo tiempo que la mitología moderna se construía con nombres inolvidables: Griffith, Ince, Cruze, De Mille, Vidor, Chaplin, Sennett, Stroheim, Murnau…
Pablo Nuñez con su maestría como ilustrador se ha acercado a los pioneros del cine. En una treintena de óleos y dibujos nos ha devuelto a la época gloriosa de los comienzos. Rostros serios, ademanes autoritarios y trazos vigorosos que describen la extraordinaria determinación de aquellos primeros directores de cine. Como todos los que amamos el cine y tenemos una cierta capacidad para el dibujo y la pintura, Pablo Nuñez ha sentido la necesidad de expresarse en un doble intento de recordar y pagar. Recordar que el cine tuvo el más áspero y vigoroso de los comienzos y pagar esa deuda entrañable que algunos tenemos con el 7º Arte. Las películas han sido una parte tan importante de nuestras vidas que a veces sentimos la necesidad de un pequeño homenaje con el lápiz o el pincel.
Si el cine juega con la apariencia y la realidad, Pablo Núñez utiliza también un método parecido. Detrás de estos dibujos serios y sombríos está el gozo del homenaje agradecido. Detrás de este aparente estatismo está la acción trepidante de las películas. Y, sobre todo, detrás de la limitación humana para hacer perfecto lo que amamos, está el cine que durante toda nuestra vida ha dado a nuestra rutina cotidiana una pizca de magia y fascinación.
José Ramón Sánchez