12ª Edición
1984
Es como si contemplásemos la evolución del tiempo.
Los dibujos de José Ramón Sánchez, agrupados en "La gran aventura del cine" tienen la magia de deslumbrar a quienes los contemplan. ¿Por qué?
Porque ha sabido combinar las imágenes reales de las películas -esas películas míticas que él agrupa en "los amantes", "los cow-boys", "los cómicos", "los guerreros", "las estrellas", "el cine histórico", "los detectives", "el cine musical", "los aventureros", "los niños en el cine", "la fantasía", "los monsturos", "espadachines y piratas" y "la ciencia ficción"-, decíamos que supo combinar las imágenes reales de las películas con las propias de quienes hemos sido sus espectadores, de quienes hicimos posible que existiesen. Porque el cine no sería tal sin espectadores, claro.
De esa combinación -imagen real en celuloide, imagen de nuestro inconsciente en impulsos- nace el tiempo: la gran aventura del ser humano.
Explicar dibujos, como explicar películas, es tarea de necios. Sugerir la intención de quien los hace y de quien puede contemplarlos -dibujos y películas- es tarea enrevesada. La evolución del tiempo solamente se capta cuando la realidad y el inconsciente se fundan en una misma y sensible intencionalidad: el arte y la vida no son sinónimos, sino complementarios; un par de animales simbióticos.
Gracias a la gran aventura de José Ramón Sánchez, léase "la gran aventura del cine", hemos intuido parte de nuestra evolución en el tiempo y en el arte.
Carlos Losada