26ª Edición

1998

Cuando Lumiére colaboró en la invención del cinematógrafo proyectando sobre una pantalla, lo hizo como la consecución de una antigua preocupación: la fotografía en movimiento, es decir, la fotografía totalmente real. Desde entonces una de las grandes tendencias del cine ha sido la búsqueda de ese realismo, bien desde el documental, bien desde la ficción basada en hechos o acontecimientos reales o recreando la realidad tal cual es.

Una de las manifestaciones más importantes de ese realismo se manifestó en el cine de posguerra italiano, como consecuencia de la caída del fascismo y de una situación de pobreza y falta de medios, de conflictividad social y de una lenta recuperación esperanzadora hacia el futuro. Este movimiento, el llamado neorrealismo, no fue sólo un retrato fiel de la realidad, sino también, a decir de Zavattini, un punto de vista, una actitud moral. En realidad, los guionistas y cineastas italianos de esos años mantenían una diversidad de puntos de vista, desde la interpretación dramática de sus historias a la concepción dulzona, e incluso la comedia, es decir, desde el compromiso político de izquierdas a la postura del cristianismo, no menos comprometido en algunos de ellos.

El neorrealismo fue consecuencia también del propio cambio producido tras la derrota de Musolini, una auténtica revolución social y política, una ruptura con todo lo anterior. Por supuesto que había una tradición realista literaria e incluso cinematográfica (Jean Renoir o el documental británico, por ejemplo), pero el nacimiento del movimiento se produciría oficialmente con Obsesión, de Visconti, y de Cuatro pasos por las nubes, de Blasetti, ambas de 1942, que marcaban las dos tendencias antes mencionadas, a las que seguirían los títulos más emblemáticos: Roma, ciudad abierta (1945), Paisá (1946), Alemania, año cero> (1948), de Rossellini; El limpiabotas> (1946) y Ladrón de bicicletas (1948) , del tándem De Sica-Zavattini, o Bellísima (1951), de Visconti. Un buen número de guionistas y directores siguieron la nueva tendencia: Lattuada, De Santis, Zampa, Lizzani, Germi… Hasta llegar a los primeros filmes de Fellini o Antonioni.

El Festival de Huesca ha querido rememorar aquel importante movimiento a través de una magnífica exposición producida por la Galerie Cháteau d’Eau de Toulouse, la cual nos da una visión de espléndida tendencia cinematográfica.

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