22ª Edición
1992
LA DESAPARICION DE UN MITO
Un seis de Mayo, en "un bello día de Primavera en París", según sus allegados, nos dejó para siempre Marlene Dietrich. Tenía noventa años. Con su muerte, nos quedamos huérfanos de una de las diosas de la mitología cinematográfica y quizás el único prototipo de "mujer fatal" que nos quedaba.
Josef Von Sternberg tuvo el acierto de descubrirla para el cine en "Der Blaue Engel" ("El ángel azul", 1930) y se la llevó a Hollywood, donde comenzó una relación sentimental apasionada y tormentosa entre ambos. Marlene se transformó físicamente y su progresiva sofisticación dió como resultado un rostro anguloso y esos pómulos que más tarde serían alabados por el mismo Néstor Almendros.
Con Sternberg protagonizó seis películas, entre las que destacan, aparte de la mencionada, "Morocco" (1930), junto a Gary Cooper, "El expreso de Shangai" (1932) y "El diablo es una mujer" (1935), título que puso punto y final a la colaboración entre la diva y Sternberg. Precisamente esta última cinta, que fue objeto de polémica en la España republicana a causa de la personal interpretación que la Dietrich hizo de la Mujer Española, será proyectada en nuestro Festival como tributo a una de las más grandes y enigmáticas personalidades que ha dado el mundo del cine. Los espectadores tendrán la oportunidad de ver un "clásico" en el que se dan cita todas las cualidades que cimentaron el mito de Marlene Dietrich.
Este film supuso una inflexión en la carrera cinematográfica de la actriz, ya que a partir de ese momento sus trabajos para el cine fueron esporádicos, si bien trabajó bajo las órdenes de selectos cineastas como Frank Borzage,Lubitsch, Billy Wilder, Hitchcock, Fritz Lang y Orson Welles, del que dijo, a raiz de su pequeño papel en "Sed de Mal" (1958) que Orson era el único director que le había permitido ser al fin una actriz.
Todos ellos coincidieron en destacar su inteligencia y talento, virtudes que supo poner de manifiesto por encima de la etiqueta de "mito erótico" que la envolvió durante toda su carrera.
Su mirada ladeante permanecerá para siempre en nuestra memoria y en nuestros corazones y cuando oigamos las notas de esa canción-Himno que es "Lilí Marleen" seremos incapaces de pensar en otra mujer que no sea ella.
Descanse en paz.