38ª Edición

2010

Ya desde sus principios, la gastronomía, la alimentación en un sentido amplio, ha estado vinculado al cine. De hecho, la que podríamos considerar primera película gastronómica, es decir, El desayuno del bebe ya se proyectó en las sesiones iniciales de los hermanos Lumière. Y es lógico, pues la comida explica a los personajes tanto como la acción o los diálogos. Aporta información, describe a los personajes, los sitúa en un contexto social, etc. De hecho el cine francés, el neorrealismo italiano o las comedias españolas de los 50 —con esa presencia del hambre— no serían lo mismo sin la presencia de la mesa.

Sin embargo, hay películas, no muchas ciertamente, que van más allá y convierten a la gastronomía en auténtico centro de la trama. Bien por estar ambientadas en restaurantes, ser profesionales sus personajes o por centrarse, precisamente, en el placer de comer. Es el caso de la película que nos ocupa, Estómago, un filme brasileño, dirigido por Marcos Jorge, que no ha alcanzado la fama que merecía, por más que se llevara la Espiga de Oro del Festival de Valladolid en 2008.

La herencia mediterránea y católica se incardinó perfectamente en todo el continente americano, del Río Grande para abajo, y Brasil es uno de sus mejores exponentes. Por ello, la trama, conducida por la comida, no chirría en absoluto. Y a través de las diversas situaciones y personajes, Estómago presenta a la gastronomía, el placer de comer, como uno de los principales motores de la humanidad, o, al menos, de sus personajes.

La prostituta seducida por el gusto, los dueños de los restaurantes, los presos que descubren cómo se puede mejorar el rancho carcelario… Personajes secundarios frente a un Raimundo Nonato, llegado a la gran ciudad sin nada más que su buena mano para la cocina. Sus habilidades culinarias lograrán que ascienda en la escala social, sea ésta el barrio, sea la propia cárcel. Y su peripecia vital viene acompañada por todo un proceso de aprendizaje gastronómico, compartido con el espectador, que no olvidará su loa al gorgonzola, la pasión por las especias o el cariño a la hora de cocinar, aunque sea en las peores condiciones.

Y como sucede en la vida real, la gastronomía abre las puertas a otras líneas filosóficas, las relaciones de poder, la comida como símbolo y transformación, el sexo y el amor, planean sobre toda la historia que, como una buena comida, deja abierto su final.

Contenido de la sección:

ESTÔMAGO de Marcos Jorge (Brasil)

José Miguel Martínez Urtasun

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