30ª Edición

2002

En este año, se cumplen cien años del nacimiento de este extraordinario italiano polifacético, activo, luchador y convertido en un vestigio vivo en la Historia del Cine. Cualquier simple aficionado, ha visto o leído sobre películas como Ladrón de bicicletas, Milagro en Milán, Umberto D, El oro de Nápoles, Dos mujeres , etc.

Su vida profesional la empezó como profesor de colegio, dedicándose posteriormente a escritor y ensayista, fue director de revistas especializadas como “Cinema Ilustracioni” y “Piccoli” entre otras, presentador radiofónico, pintor y poeta, crítico de cine y principalmente guionista.

Se convirtió en el adalid y teórico del neorrealismo, considerándole como el padre de dicha Escuela: “un cine para el hombre”, diría. En su teoría de ese nuevo movimiento estaba el desautorizar el cine de evasión, promotor de sueños y la mentira de toda intriga. “El cine se ha equivocado completamente al seguir el camino de Melies y no el de Lumiére, salpicado por las espinas de la realidad”. Preconizaba un cine responsable, lúdico, inmerso en lo cotidiano, de la convivencia y de la creación colectiva. “La realidad es rica y basta con saberla mirar”, dirá en sus postulados. Se asemejará al cine-ojo de Dziga Vertov, con el único recurso del diálogo.

“No se trata de inventar una historia que se acerque a la realidad, sino de contar la realidad como si fuese una historia. Abandonad el argumento, recoged vuestros materiales en las calles que os rodean, tomad lo más sencillo de las situaciones humanas, desdeñad al actor profesional, pues un hombre ya implica una historia precalculada.”

Fue apóstol del realismo en el marco de un cine social exigente y no creyó decepcionar al colaborar con producciones meramente comerciales en algunas circunstancias de su larga vida, persuadido como estaba de que su inspiración de escritor imaginativo y su humor ingenuo y sarcástico se reflejaría en ellas.

En 1944 los estudios de Cinecittá se habían convertido en un campo de refugiados. Sin esos estudios, sin medios técnicos y financieros y con una casi absoluta penuria de película virgen hace que el cine italiano que se haga a partir de esa época, intente hacerlo directamente en la calle, con actores no profesionales para dar un mayor verismo a esas historias que se palpan. Su temática iba a ser igualmente muy simple: era el cómo sobrevivir a la guerra y luego a la paz. Estos problemas estaban a la orden del día, estaban presentes de una forma inmediata y brutal. El término neorrealista se aplicó a partir de 1945 a todas las películas de ruptura que narraban de una manera más documental y más brutal, más inmediata. Por todo esto el neorrealismo no nació espontáneo sino que ya se iba fraguando.

Zavattini, fiel a sus principios, escribió para Vittorio de Sica, sus guiones más emblemáticos, (en total fueron veintiséis los que le firmó en su larga vida de director) realizando ambos auténticas obras de arte y así fueron testimoniadas por los innumerables premios que acapararon y crearon escuela para muchos nuevos directores europeos e incluso americanos. Pero su gran capacidad de trabajo, su dominio del guión y desarrollar historias, mereció que más de cincuenta directores rodaran con él, siendo esa nómina prácticamente la totalidad de los cineastas italianos: desde Camerini, pasando por Lattuada, Rosellini, Fellini y terminando por Geri, Antonioni, Blasetti, De Santis, Germi, Castellani, Emmer, etc. Al final de su extensa y rica carrera de argumentista y guionista, firmó más de 120 guiones y hasta llegó a ponerse tras la cámara.

Desde luego ha quedado no sólo en la historia del cine italiano sino en el mundial. De él dijo André Bazin: “es el único que osaría sin ningún pudor hacerse llamar neorrealista”.

Las diez películas elegidas para este ciclo homenaje por el centenario de su nacimiento, las hemos querido centrar, por ser su trabajo más conocido y estudiado, al cine puramente neorrealista, las dos primeras Cuatro pasos por las nubes y Roma ciudad liberada, precursoras de esa teoría y el resto a terminar con El techo de 1957, cerrando una época irrepetible para la historia del cine.

Este ciclo se ha organizado gracias a la colaboración de Associazione Amici de Vittorio De Sica, Istituto Italiano Di Cultura. En España Filmoteca Española y Filmoteca de la Generalitat Valenciana.

Ángel Garcés

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