Premio CIUDAD DE HUESCA de cortometraje
31ª Edición
2003
Desde su iniciación, sus comienzos, después de los momentos de éxito, años traumáticos de interrupción en su carrera y diferentes formas de regreso de Zelimir Zilnik a lo largo de los últimos cuarenta años –o treinta-veinte-quince– y durante los últimos diez años “congelados”, se han presentado un gran número de homenajes y retrospectivas de sus películas por todo el mundo, todas dedicadas a Zelimir Zilnik, enfant terrible de los “espacios espirituales” del sudeste de Europa.
En medio de todo esto, la obra de Zelimir Zilnik ha sido a menudo simple, sencilla y la menos responsable (si se nos permite “la más barata” –una mala expresión coloquial– habitando el espacio de la palabra escrita) de sus obras fue colocada en el estante del cine alternativo. Zelimir Zilnik no mostró descontento o desacuerdo con este tipo de actitud hacia su trabajo activo. En el desarrollo de su modo de expresión cinematográfico alimentó la tolerancia hacia una recepción inadecuada. Esta elasticidad de carácter provocó un efecto de movimiento continuo, curiosidad constante y expresión orgánica de inocente juventud. Zelimir Zilnik, el autor que crea por toda Europa Central y del sudeste, el maestro del cine sin presupuesto, es modesto pero generoso cultivando la humanidad y la comprensión para aquellos cuyos destinos son pasados por alto por la mayoría de autores.
Con su visión artística, Zelimir Zilnik extrae la realidad del entorno (real) y crea una nueva realidad (Die Neue Wirklichkeit), que vibra, que es agitada, que brilla y deslumbra.
La mirada de Zilnik se centra en la frontera sintética entre lo alternativo y lo dominante (lo independiente y lo generalmente aceptado) y demuestra que toda simplificación se puede forzar de forma que al menos sea posible el tráfico básico entre unidades.
Zelimir Zilnik crea imágenes que embaucan al pretendido aspirante en el intercambio de energías artista-observador, reclamando que los destinos no están revelados, que las revoluciones están delante de nosotros, que la supervivencia es necesaria, que el tiempo de las revoluciones no ha pasado todavía, que la rutina, como una forma de virtud (arte) no significa la confirmación trágica de la existencia de un sistema de pensamiento burocrático.
Las películas de Zelimir Zilnik están ante el público de Huesca, el vértice más occidental del sólido triángulo formado por Novi Sad (Belgrado), Graz y Huesca.
Miroljub Vuckovic