Premio CIUDAD DE HUESCA de cortometraje
32ª Edición
2004
Tomás Welss Barkan, nació en Santiago de Chile en la década del sesenta. Durante sus estudios en el Colegio Alemán de Santiago y en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile donde cursó Diseño (titulado con la Distinción Máxima), mantuvo una conducta de acuerdo a lo que la sociedad requería de su persona, tranquilo, medio autista, obediente. De ésta se desprendió rápidamente al cruzar el gran charco, según confiesa en su caótico departamento del barrio Providencia en la capital del país sudamericano.
El movimiento comenzó a interesarle desde muy pequeño; su negativa a aceptar que el mantenerse en el aire es sólo exclusividad de los pájaros y aviones, lo indujo cuando niño a experimentar vuelos provisto de alas artificiales o con aves colgadas de los brazos. Welss, prosigue sus estudios en Stuttgart, Alemania, gracias a una Beca otorgada por el gobierno de ese país bajo la tutela de Heinz Edelman, autor de la película de animación de los Beatles “El submarino amarillo” y creador de Curro, la mascota para la exposición mundial de Sevilla en 1992. En este país también obtiene la máxima distinción.
Es extraño, pero no fueron cortos de animación las que más le impresionaron en su vida, sino que largometrajes como el “dogma” del danés Thomas Vinterberg, Celebración.
Su primera película, El Paraguas, fue realizada en Alemania en 1986. Esta junto a sus Opus 2, 3 y 4, Circus, Tango Mortal y La Caída (1987, 1988 y 1989, respectivamente) fueron seleccionadas en los festivales de Espinho, Portugal, Annecy, Francia en dos oportunidades lo cual ocurrió asimismo en el Festival de Cine de Animación de Stuttgart.
Profesor y conferencista en Chile y en diferentes países de América ha ilustrado cuentos infantiles, realizado cine publicitario y dibujos animados ecológicos.
Es el cineasta chileno con más distinciones internacionales en su género: la animación, y tal vez de América Latina con Reunión, Noche y Manos libres. Su hobby predilecto es escudriñar a concho la vida y padece una enfermedad que actúa a favor y en contra, un síndrome de ansias de perfeccionismo.
Minucioso al extremo de llegar a los aeropuertos con betún para sus zapatos pero sin el pasaporte, actualmente prepara un nuevo corto inspirado nuevamente en la familia. Tomás, al igual que su padre Ulrich, pintor, sostiene que la familia es “lo peor que hay”, en el sentido como lo concibe la sociedad neoliberal actual.