Premio UNA VIDA DE CINE

23ª Edición

1995

Murciano, español, internacional por todos conocido, no precisa presentación al ser un personaje tan unido a nuestra vida cotidiana.

Actor polivalente, cuya presencia ha marcado un paso importante por la cinematografía mundial, desde hace ya más de cinco décadas.

Desde su infancia se sintió atraído por el mundo del espectáculo, inclinándose hacia el teatro y el cine.

Trasladada su familia de Aguilas a Madrid, pronto comenzará a trabajar en los recién inaugurados Estudios Chamartín como eléctrico en las películas que se iniciaban en la década de los cuarenta. En paralelo comenzará sus estudios de Arte Dramático y tras el paréntesis de la guerra civil, realiza sus primeros "pinitos" en el cine, como extra y en el teatro.

Mayor suerte le depara éste último, durante los años de iniciación, hasta que Rafael Gil le brinde la oportunidad en el cine, en 1946. Sus dotes interpretativas se verán rápidamente, convirtiéndose en pocos años en un nombre con solera y prestigio.

Trabajará con directores de casi todos los países, sobresaliendo Buñuel, su padre "adoptivo", que tanto influyó en su carrera y en su vida.

Curioso resulta el primer contacto: Buñuel preparaba el rodaje de "Nazarín" sin conseguir localizar el protagonista adecuado hasta que su productor, Manuel Barbachano, le hizo ver "Historias de la Radio", de Sáenz de Heredia, comunicándole que podría ver a Nazarín en el personaje del locutor "Gabriel" – Rabal.

Tras este primer largometraje surgirá una buena amistad y la colaboración en otras de sus películas (Viridiana, Belle de Jour).

Rafael Gil puede considerarse su descubridor, trabajando con él en ocho de sus películas.

José María Forqué, Francisco Rovira Beleta, José Antonio Bardem, Antonioni, Saura, Chabrol, Visconti, Camus, Lattuada, Tanner y muchos más directores de renombre le buscarán para que trabaje en sus películas.

Es curioso contrastar que a lo largo de su carrera ha interpretado papeles de carácter muy opuesto.

Hay obras menores y de poca repercusión, pero entre sus mejores papeles, los elegidos por él entre los guiones más relevantes, contrastamos dos tipos de personajes predominantes: los que se adecuan a su trayectoria ideológica, luchando por los derechos del pueblo, por valores supremos de justicia y libertad, anticatólicos (Nazarín) y los que representan la otra cara de la moneda, hombres religiosos intransigentes, católicos a ultranza, antiliberales (Luna de sangre, Nada menos que un hombre). Estos papeles antagónicos marcarán la parte central de una vida cinematográfica densa, dilatada, trabajada y brillante.

Esperamos seguir disfrutando de su aparición en las pantallas, a la vez que poder refrescar el recuerdo con el repaso de las películas que jalonan una de las más brillantes y reconocidas trayectorias artísticas del cine español.

Begoña Gutiérrez San Miguel

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