Premio CIUDAD DE HUESCA

37ª Edición

2009

JUGANDO CON LAS IMÁGENES: EL CINE DE BASILIO MARTÍN PATINO

Basilio Martín Patino nace en Lumbrales (Salamanca) en 1930. Sus primeros recuerdos, los amores, iras,  alegrías, resquemores, dudas y reflexiones irán ligados en su infancia tanto a aquella guerra (in)civil que le tocó (costó) vivir como a los años oscuros marcados por el temor y la oscuridad que siguieron.
En su Salamanca y desde su Universidad, fundó el cineclub Universitario. Bajo su dirección llevó a cabo las Conversaciones Cinematográficas Nacionales (1955). Por allí, por Salamanca, debatiendo sobre la pobreza del cine español (y otras cosas), estuvieron gentes como Bardem, Berlanga, Fernán Gómez, Muñoz Suay, Antonio del Amo. A continuación marcha a Madrid, donde ingresa en la escuela “oficial” de cine (rama de dirección cinematográfica). En el IIEC, en los tres cursos que había que cursar, realizó El descanso (1957), Parque del oeste (1958) y Tarde de domingo (1960), obra fin de carrera, en la que muestra un afán renovador lindante con la “nouvelle vague”.

Dos documentales como El noveno (1960) y Torerillos (1960) muestran uno de los caminos que va a recorrer su cine posterior: describir (ficcionada) una realidad. La libertad de rodar la descubrirá, a continuación, haciendo decenas y decenas de cortos publicitarios. Una excelente plataforma para descubrir nuevas formas expresivas, dominar el montaje, aprender a comprimir al máximo el espacio y el tiempo. Su primer largometraje será Nueve cartas a Berta (1965), un hermoso documento fílmico sobre una ciudad parada en el tiempo, en la que una joven reflexiona sobre el mundo que le rodea. 

Cortos (Paseo por los letreros de Madrid, 1968), películas para TVE nunca terminadas, y perdidas (Rinconete y Cortadillo, 1968), conducen a su segundo largometraje, Del amor y otras soledades, 1969, cuyas imposiciones censoras impiden alcance lo pretendido: analizar en profundidad el matrimonio convencional. Comienza una de sus grandes etapas como director, al realizar un cine enfrentado a la industria y a la censura. Rueda diferentes documentos sobre la realidad de una España rota a jirones y encomendada a sus verdugos: Canciones para después de una guerra (realizada en 1971 pero no estrenada hasta 1976), Queridísimos verdugos (1973) y Caudillo (1974).

Hasta varios años después no realizará un filme “comercial”. Es en 1985 cuando realiza una especie de continuación de Nueve cartas a Berta, Los paraísos perdidos, la historia de una esperanza frustrada.

Durante esos años Patino no ha estado en silencio. Ha realizado diferentes trabajos institucionales, colaborado en exposiciones conmemorativas, iniciado una revista cinematográfica ilustrada (La nueva ilustración española), incluso ha lanzado la que es probablemente la primera experiencia de televisión “local” en España: una emisión que lleva a cabo desde el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

En 1987 realiza una de sus mejores películas también una de las más desconocidas, Madrid, a pesar de los múltiples premios recibidos en diversos festivales internacionales. Con su siguiente obra, La seducción del caos (1991) realizada para TVE alcanza el premio a la mejor película para televisión en el festival de Cannes. Unión de realidad y de ficción en un filme que supone una reflexión sobre la existencia.  

Para Patino el cine es un juego, donde alguien, el director, invita a varias personas, los espectadores, a jugar. Se trata de recorrer mundos en busca de unas claves que nos obliguen siempre a interrogarnos frente al espejo que es la pantalla y desde la cuál se nos devuelve la existencia.

Un nuevo trabajo para una exposición (el excelente Holoscopio,1993,una video-instalación para Las edades del hombre que se celebran en la Catedral salmantina) le “conduce” a Andalucía donde para la televisión autonómica, Canal Sur, crea la serie Andalucía, un siglo de fascinación (1994-1996) compuesta por siete capítulos en donde desde la imaginación creativa repasa  diferentes aspectos socio-culturales-históricos de la Comunidad Andaluza.
Unos años más tarde, con motivo de Salamanca 2002, ciudad europea de la cultura, recibe el encargo de realizar una película sobre la ciudad. Hace Octavia, un filme en el que la belleza de sus imágenes oculta la lenta muerte de una forma de existencia. Tan metafórica y lúcida como tristemente incomprendida, supone una profunda reflexión sobre la realidad socio-política de una ciudad que no es sino un espejo de España entera. Octavia es el último filme que realiza para la industria, pero no el final de su carrera. Sus experimentos siguen con el corto A la sombra de la Alhambra, el trabajo Homenaje a Madrid o con diversos trabajos promocionales. Y como quien dice ayer mismo (2008) volvió a buscar los reflejos en los que se mira la realidad: Espejos en la niebla (2008), un innovador trabajo experimental.

Patino sigue investigando con la imagen. Lo hizo en el ayer y lo sigue haciendo en el hoy. Entregado a un fantasmagórico juego donde la verdad y la ficción se aúnan para crear la verdad de la representación de las imágenes. Es, sin duda, un mago en su creación y mezcla. Sobre todo sigue siendo un joven y lúcido innovador.

QUERIDÍSIMOS VERDUGOS de Basilio Martín Patino (España)

MADRID de Basilio Martín Patino (España)

OJOS VERDES de Basilio Martín Patino (España)

EL GRITO DEL SUR: CASAS VIEJAS de Basilio Martín Patino (España)

A LA SOMBRA DE LA ALHAMBRA de Basilio Martín Patino (España)

ESPEJOS EN LA NIEBLA de Basilio Martín Patino (España)

Adolfo Bellido López

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