Premio LUIS BUÑUEL

41ª Edición

2013

Adolpho Arrietta (Madrid, 1942) fue protagonista directo de los nuevos cines que en los años 60 y 70 surgieron en distintos lugares del mundo. Esto lo convierte en uno de los cineastas fundamentales de la historia del cine español.

Como suele ocurrir, el hecho ha pasado casi desapercibido entre nosotros. Empieza a percibirse en Francia, donde Arrietta ha desarrollado gran parte de su carrera y donde hoy se le rinde homenaje como uno de los cineastas (franceses) claves del período que sigue a la nouvelle vague.
Como en el caso de Buñuel, un largo destierro parece haber sido la condición para que su obra estuviera a la altura de las corrientes más importantes del cine de su época. El temprano descubrimiento de Orfeo de Jean Cocteau en la pantalla de un cine-club madrileño, sólo pudo consumarlo Arrietta diez años después, en un ambiente muy distinto y oportunamente rodeado de colegas como PhilippeGarrel, Jean Eustache o Marguerite Duras, que por esos años debutaban junto a él.

Las dos primeras películas de Arrietta (El crimen de la pirindola, 1963, e Imitación del ángel, 1965) dan una idea de lo que una nouvelle vague madrileña (versión Demy, como dice SergeBozon) podría haber llegado a ser. La ciudad y los personajes que esas películas dejan ver son los de un cine español que nunca llegó a existir del todo, salvo acaso en aquellos planos aislados.

Le jouet criminel (1969), con Jean Marais, y Pointilly (1972), rodada parcialmente en el apartamento de Marguerite Duras, son las primeras películas francesas de Arrietta. A lo largo de los años setenta realiza una serie de películas -Las intrigas de Silvia Couski (1975), TamTam (1976), Flammes (1978), Grenouilles (1983)- que por su originalidad e influencia están entre lo más importante del cine francés de la década. «Cine punk a la francesa», como lo definió su amigo Enrique Vila-Matas (que aparece brevemente en TamTam) en su novela París no se acaba nunca (2003).

En 1989 regresa a Madrid y, con intermitencias dramáticas de las que también pueden hablar otros cineastas españoles de su generación, prosigue su obra: trece años de silencio hay entre Merlín (1991) y Narciso (2003).
En 2006, con sólo una cámara digital que como en la época de El crimen de la pirindola maneja él mismo, realiza la que por el momento es su última película, una de las más bellas también: Vacanza permanente.

En estos momentos prepara su siguiente película, un argumento que se identifica con su universo imaginativo y que por ello resulta grandemente prometedor: La Celestina.

Los cineastas y aficionados españoles han tenido que conformarse con seguir las películas de Arrietta desde la distancia, con catalejo. Ninguna enseñanza, ninguna huella de su cine queda entre los cineastas españoles más jóvenes. Caso contrario es el de Francia, donde hoy se le ha considera compañero y maestro de varias generaciones de cineastas. El Premio que le entrega el Festival de Huesca una buena oportunidad para empezar a poner remedio.

Manuel Peláez y Manuel Asín

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